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Tener una tlapalería o ferretería cerca es una salvación, porque así tenemos disponibles artículos de mantenimiento o productos de construcción que nos permiten mejorar o arreglar detalles y/o problemas en el hogar.
Si bien estos locales no cuentan con el mismo surtido que los almacenes ferreteros, tienen otras grandes ventajas, como destaca Pablo Ramírez, dueño de la Tlapalería J.R., dentro del mercado de Medellín.
“Las grandes empresas sí nos llegan a quitar clientela”, acepta. “Principalmente porque tienen algunos productos más baratos, porque compran por muy alto volumen, lo que permite que los den a costos más bajos. La otra es que ofrecen la experiencia de andar paseando por la tienda, viendo muchos productos y eso le gusta a la gente”.
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Sin embargo, hay algo que estos negocios de barrio sí ofrecen: la facilidad de tener lo necesario a solo unos pasos de distancia, lo que es una increíble ventaja cuando te urge conseguir una llave para el lavabo, un foco, un clavo o un solo tornillo.
“Lo que más vendemos es tornillería, cables, focos, taquetes, extensiones, básicos de plomería, herramienta como pinzas o desarmadores, tijeras y mangueras”, comparte Pablo.
“La ventaja, además, es que nosotros todo lo podemos vender por unidad, aquí puedes comprar una pija a peso, mientras que los almacenes lo cobran a tres”.
A lo largo de tres décadas, Pablo ha atendido a la clientela de la zona con productos de construcción, textiles, mantenimiento del hogar, y hasta de higiene personal y accesorios.
Ciertamente, su constancia y surtido hace que la gente lo tenga en mente y lo considere para urgencias o grandes proyectos y, aunque su chamba parece fácil, Pablo acepta que también tiene su grado de presión.
“Sí es estresante estar aquí todo el tiempo, pues abrimos de lunes a domingo. Mi sobrino Josué me ayuda y tomamos turnos para lidiar con el estrés de que a diario es lo mismo, pero busco la manera de que sea más relajado. Me gusta recibir el material, conocerlo, saber para qué es y su costo al público; es la manera como aquí aprendes, pues no se estudia para atender este negocio”.

Mientras charlamos de lo complejo que es saber el nombre y medida de todo, llega un cliente a pedir un “dese que va en el cable este, que se conecta a otra destas”. Pablo no solo ofrece las piezas, también explica al cliente cómo reparar el cable y colocarlo. Lo que demuestra que no es nada fácil estar detrás del mostrador, que se requiere de paciencia, conocimiento, experiencia y, sobre todo, capacidad de atención al cliente.
"La gente se acostumbra a tu tienda, si vienen y encuentran lo que necesitan, es seguro que vuelven”, Pablo Ramírez, tlapalero.